Hagamos lo que hagamos y por muy bien que nos sintamos no podemos evitar tener problemas de vez en cuando. Los problemas son aprendizaje y parte de la vida, parte de todo lo que vale la pena hacer.
Cuando dejamos que los problemas se hagan dueños de nuestro estado anímico, es cuando se vuelve más difícil encontrar soluciones eficaces. Por eso es tan importante mantenernos enfocados en las soluciones.
Una estrategia de pensamiento que yo utilizo desde hace varios años es hacerme la siguiente pregunta cuando me encuentro ante un problema (muchas veces meros contratiempos): ¿Estoy ante un problema o ante una catástrofe?
Una catástrofe es algo irreversible. Algo realmente catastrófico. Para mi, una catástrofe de verdad, sería que las personas que quiero o yo misma sufriéramos un daño grave, que hubiera una destrucción masiva, una guerra…
Todo lo demás, son contratiempos. Y esos contratiempos, una alerta.
Una alerta de que hay algo que aprender o mejorar. Un foco que nos da pistas de cómo hacerlo mejor la próxima vez y que nos enseña muchas cosas que el éxito, el triunfo y el acierto no nos enseña.
Verlo así nos proporciona una perspectiva más abierta y flexible, que nos permite mantener el foco en las soluciones.
A menudo podemos vernos envueltos en un estado de colapso, con preocupaciones que ni siquiera son reales. Pensamientos negativos redundantes y una serie de estados improductivos que no nos aportan nada positivo, que nos bloquean y no nos dejan acceder a las soluciones y a los recursos internos con los que contamos cada uno de nosotros.
Nuestro día a día está cargado de situaciones negativas, de agresiones y gestos hostiles que pueden torcer un genial estado de ánimo. Y dejar que eso suceda es estar completamente en manos de los acontecimientos que no controlamos. Por eso una estrategia para reestructurar nuestro estado anímico cuando se desequilibra ante los contratiempos y problemas, es tratar al menos que cuando nos encontramos en un estado de desánimo, mal humor y enfado, etc., podamos salir lo antes posible. Y acceder a un estado más útil y beneficioso para nosotros y nuestro bienestar emocional.
3 Gestos Rápidos y Sencillos Para Entrar En Un Estado Positivo
1. Lleva un objeto que te haga sonreír. Comprar una nariz de payaso y tenerla a mano puede hacer que en un momento de enfado o agobio con solo verla te cambie el estado anímico. Se trata de visualizar algo que asocias a la risa, a la diversión, y eso te puede ayudar a relativizar lo que te está pasando en ese momento y sacarte del estado negativo. Para los momentos en que te puedas sentir bloqueado ponértela y verte frente a un espejo puede hacer que sueltes una buena carcajada. Y el humor es oxigeno e higiene mental.
2. Visualizar imágenes positivas. Si te encuentras en un momento bajo y te encuentras frente al ordenador, busca en internet cualquier página de banco de imágenes. Pon una palabra en Google Imágenes que te sugiera algo positivo, como alegría o sonrisa, y visualiza las imágenes que aparecen. Verás como al contemplar unas cuantas imágenes positivas te sientes algo mejor. Si hay algunas que te gustan especialmente guárdalas y llévalas en el móvil para ir cambiando el salvapantallas. Cada vez que veas el móvil tendrás buena sensación.
3. Muévete. Es cuestión de apartar el pensamiento y ocuparte de la fisiología. Echa los hombros para atrás al caminar, mira al frente, e incluso alza más la vista, mira hacia arriba: ¿Qué hay en los balcones? Sonríe. ¿Cómo vive la gente? Deja de mirar al suelo, ¿Cómo está el cielo? ¡Disfruta de la primavera! Es muy difícil llevar los hombros atrás, mantener la cabeza alta y una actitud positiva al caminar, y sentirte desanimado. Moverte te hará conectar con el aquí y el ahora, y te sacará de ese estado negativo.
Si empezamos el día con buen pie, con la mejor de las intenciones, y nos encontramos con algún contratiempo que nos cambia repentinamente el estado de ánimo y nos deja con ese malestar durante horas o días, aprendamos a relativizar. Aprendamos a buscar cómo romper con ese estado. La vida sigue, y puesto que está llena de problemas y contratiempos requiere de nosotros la mejor de las actitudes. Entre otras cosas, porque para pasarlo mal ya hay tiempo. Para aquellos problemas que, al analizarlos en frío, comprendemos que son puramente contratiempos, rompamos con “el vicio” de ver problemas donde hay alertas. Busquemos romper con el desánimo, la desidia y el mal humor, que no aportan sino más de lo mismo.
La vida sigue, y está llena de problemas , recuerda, solo son alertas, no catástrofes, así que: ¡A por ellos!
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